Reportaje


                  
 El pasado, el presente y el futuro de un hospital con historia

Son las 7 de la mañana y aun no ha sonado el despertador, pero ya llevo despierto desde hace unas horas, los nervios me impiden dormir ya que hoy es mi primer día como profesor de enfermería en la Universidad de Burgos. No sé muy bien donde está el hospital militar ni conozco muchos datos del edificio que es donde daré las clases, he buscado información pero poco viene en Internet, así que lo mejor es que vaya pronto, que solo falta que el primer día llegue tarde…
Tras un primer contacto con los alumnos y alumnas vi que se mostraban muy interesados por la asignatura, yo también estaba ilusionado, pero dar clase en un edificio así y el no saber nada acerca de él hizo que me creciera la curiosidad, quería conocer el edificio, sus paredes, su historia, como ha ido cambiando.
Me encontré ese mismo día con un anciano que parecía que tenía muchos años, él me habló nada más verme y sin preguntarle sobre el hospital militar, sabía muchas cosas, era extraño, conocía aspectos que habían pasado desde que se construyó el hospital, y por lo que me había comentado, eso fue hace más de 100 años, y de repente algo muy misterioso paso,  algo giró sobre mi y me encontré en un lugar que no recordaba, muy antiguo, con quirófanos, camillas, las paredes de piedra, gente con aspecto antiguo y vestidos con ropa de médicos, me di cuenta que era el Hospital Militar hace 100 años. Había retrocedido en el tiempo. Recorrí los pasillos y vi los quirófanos, las habitaciones, la cocina, un almacén de paja, el depósito de cadáveres, la sala de autopsias…, por lo que pude ver me encontraba en 1897, los primeros años del hospital, el edificio no contaba con muchas instalaciones pero si con las más necesarias para la época.
El tiempo pasaba ante mis ojos y llegué hasta 1913, hasta ese momento el hospital siempre había estado en obras, pero ese año supuso una tranquilidad relativa para el edificio por lo que pude ver, me encontré en una habitación y vi como traían varios objetos, por lo que oí, eran 4 camas para jefes y oficiales, 9 camas para familiares y 240 camas para miembros de tropas.
Seguí recorriendo los pasillos y todo lo que me encontraba a mi paso me resultaba fascinante, observé al director del hospital, que a su vez era subinspector medico 1º y al jefe de servicios, que estaba encargado entre otras cosas del material sanitario y de la asistencia sanitaria a los jefes y oficiales enfermos.
Pasaban las horas y no encontraba al anciano misterioso, llegué a la capilla que estaba en el edificio lateral izquierdo, allí también estaba la farmacia, me acerqué y vi que no solo daban medicamentos al hospital, sino también al Penal de Burgos, a los botiquines de la unidades y al público militar y sus familias. Para ser la época que era, estaban muy bien equipados, contaban con todo tipo de medicamentos y tenían provisiones para bastante tiempo.
Uno de los sitios que mas me impresionó era el reloj de la torre, encontré documentos que explicaban todos los sitios a los que habían acudido para pedir presupuesto antes de construirlo, leí que se habían decantado por una empresa burgalesa “Fábrica de relojes de Torre Manuel Villanueva” que aconsejaban un reloj Morer, que al final fue el que se contruyó, el precio era de 1.150 pesetas. Algo insignificante para los tiempos de ahora, pero un dineral para hace 100 años, pensé.
El tiempo pasaba y siempre veía mucho movimiento en el hospital, se instalaban comandancias militares, familias, era un ir y venir de gente.
Seguía sin poder creerme lo que estaba viendo, continúe andando y delante de mí el tejado se desplomó, se había levantado un incendio en el hospital, aunque se sofocó rápido, no hubo daños físicos ni materiales, tan solo el susto del momento para los que se encontraban allí.
Y fue pasando el tiempo antes mis ojos, hasta que llegué a 1936, año que era fácil reconocerlo debido a las sirenas y al desbordamiento que había, nos encontrábamos con el inicio de la guerra civil, al hospital llegaban muchos heridos, aunque no de excesiva gravedad, ya que el hospital militar llegaban los enfermos de segunda categoría, aun así, el hospital había aumentado considerablemente el número de ingresos y por consiguiente de fallecidos. Continúe andando y en una de las habitaciones pude ver que había un gran revuelo, no sabía muy bien porque así que me acerque, con lo poco que vi, me di cuenta de porque era, se trataba de la visita del Caudillo, que estaba conversando con algunos de los heridos de la guerra civil.
Y los años siguieron su curso, llegué a 1944 donde encontré una serie de planos, que establecían que era necesaria la construcción de una planta de desinfección en el hospital, esto se debía que era necesario evitar la propagación de epidemias ya que tras la guerra civil, hubo una importante epidemia de tifus exantemático. Por lo que vi, fue muy importante ya que según los datos que tenían registrados, solo en Barcelona se produjeron 1.762 casos de los cuales fallecieron 422 personas. Así que los planos establecían que esta constaría de dos plantas, un semisótano y otra baja. El importe de esta estación era de 457.030 pesetas, pero al final no se llevó a cabo, presumiblemente debido a la cantidad de aguas subterráneas que habían en la zona. Pero llegué a 1947 y vi como se había construido finalmente la planta de desinfección, pero por lo que pude saber este había tenido unos cambios mínimos respecto al primer proyecto, pero en realidad no se uso nunca como estación de desinfección, sino de residencia para las viudas, aunque con algunos cambios. El presupuesto de este edificio era de 505.070 pesetas.
Me acerqué a 1968, y en esa época lo que se estaba pensando construir era un nuevo depósito de cadáveres o cambiarlo de sitio, ya que este estaba situado frente a la estación de desinfección que en realidad era la residencia para las viudas. Me interesé en qué lugar establecerían el depósito, así que seguí con detenimiento las propuestas, al final se decidió situarlo a la izquierda de la cocina, utilizado ya para vivienda del cocinero del hospital.
Y poco más pude ver ya, los años pasaron y pasaron, y “lo demás ya es conocido”, me dijo el anciano que había aparecido. La venta del Hospital así como lo que ello trajo consigo son cosas que recuerdan la mayoría de burgaleses y burgalesas y lo que no se recuerda yo lo estaba conociendo de primera mano, aquellos pequeños detalles de un edificio que escribió su propia historia.

PRESENTE

Tras recorrer los pasillos del hospital y conocer sus entresijos volví al lugar donde estaba antes, no sabía que había pasado, el anciano que me acompaña había desaparecido pero yo estaba seguro de lo que había visto. Me di cuenta que solo una cosa me podía a ver pasado y es que ese anciano era el fantasma del pasado del hospital militar de burgos.
Volví a casa pensando lo que había ocurrido, ni en las mejores películas hubiera pasado algo así. De pronto tropecé con una mujer de mediana edad que me miraba sonriente, me paró y antes de que me diera cuenta aparecí en una clase llena de gente joven, atendiendo a unas explicaciones sobre anatomía, allí había un profesor dando clase que se parecía misteriosamente a mí, yo estaba allí, ellos no me podían ver, así que comprendí que la mujer que me paró era el fantasma del presente que tan solo quería mostrarme como era el hospital de ahora. En el militar se estudia la carrera de enfermería de la Universidad de Burgos desde hace ya unos años, los alumnos y alumnas pueden ver de primera mano y utilizar todo lo relacionado con lo que más les gusta. A su vez no solo se da clase, ya que hasta hace unos meses, que se abrió el nuevo hospital universitario de burgos, allí se realizaban consultas de especialidades como dermatología, oftalmología, etc. Se puede decir que el militar conserva las paredes del pasado pero tiene el espíritu del presente, gracias a las clases, a los alumnos…que mantienen la esencia de este viejo hospital. Parecía que ya no podía ver más, pero eso no era así ya que aun me quedaba por conocer…

FUTURO

No me podía creer lo que me estaba pasando, en un solo día había viajado en el tiempo, había visto a una persona parecida a mi dando mi clase… y aun no había llegado ni a casa. Al llegar me fui directamente a la cama, demasiadas cosas me habían pasado hoy ya, pero antes de acostarme una persona muy extraña apareció en mi habitación, tenía aspecto extravagante, me comentó si quería conocer como sería el hospital militar en un futuro y sin decir nada me traslado allí. Clases diferentes, pero alumnos parecidos, se podría decir que era un futuro cercano. El hospital no había cambiado mucho, pero la gente si, muchos alumnos, más de los que recordaba, hablaban y conversaban sobre los exámenes, trabajos, amigos…, había muchas más clases, ya no solo estudiaban allí los alumnos de enfermería, sino que habían traslado al hospital carreras de humanidades como educación social, historia o algún magisterio. El militar había perdido todo lo que tenía de hospital, era más bien una institución académica ya que la mayoría de sus terrenos formaban ahora parte de la Universidad de Burgos, las camillas, instrumentos médicos, etc…, habían desaparecido y habían quedado solo los utilizados por los alumnos. Salí fuera del hospital y su aspecto también había cambiando, estaba mucho más cuidado, se le había dado un toque más académico, los jardines en el interior del recinto del hospital parecía un campus con cientos de alumnos tirados en el césped. Ya no quedaba nada de ese hospital, uno de los más antiguos de Burgos que había sido de los edificios más importantes que ha tenido esta pequeña ciudad.
Y de repente me desperté, en mi cama, al sonido del despertador, muy aturdido y sin saber lo que había pasado, todo había sido un sueño, los fantasmas, los viajes en el tiempo… aun no había ido ni a mi primer día de trabajo, no me lo podía creer que se pueda soñar tanto y con tanta perfección, pero la realidad fue que en un momento había conocido con minucioso detalle el pasado, el presente y el futuro de un hospital con historia.


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